Existen más de 100 variedades del virus del papiloma humano (VPH). Algunos tipos de infección por VPH causan verrugas, y otros pueden causar diferentes tipos de cáncer.
Los VPH denominados ’’de bajo riesgo’’, generalmente se asocian a las lesiones benignas, como las verrugas y que no evolucionan a lesiones precancerosas o cáncer.
Los VPH denominados ’’de alto riesgo’’ pueden llegar a provocar la alteración de las células generando lesiones precancerosas, que con el tiempo pueden evolucionar y convertirse en un cáncer. El más común causado por los VPH de alto riesgo es el cáncer de cuello uterino.
El VPH genital se transmite de una persona a otra, mediante el contacto piel con piel en las relaciones sexuales. El virus no se contrae al usar inodoros, compartir cubiertos o en la piscina.
Es un virus de fácil transmisión y es muy común. Se estima que 4 de cada 5 personas (es decir, el 80%) van a contraer uno o varios de los tipos de VPH en algún momento de sus vidas. Tanto mujeres como varones pueden contraer y transmitir el VPH.
La mayoría de las veces la infección por VPH no presenta síntomas evidentes y el sistema inmunológico se encarga de curarla de manera espontánea. En general los VPH de bajo riesgo producen verrugas en los genitales o ano: protuberancias o abultamientos que pueden ser de diversos tamaños y que en casos graves suelen tener forma de «coliflor». Las verrugas se pueden tratar, aunque pueden volver a aparecer si el sistema inmunológico de la persona no ha eliminado totalmente el VPH. Los tipos de VPH que provocan verrugas no provocan cáncer. Los VPH de alto riesgo no suelen dar síntomas.
La prueba de Papanicolau (comúnmente llamado PAP) y la prueba del Virus del Papiloma Humano son dos tipos de revisiones médicas que permiten identificar alteraciones en el cuello del útero que dan cuenta de la posibilidad de que se desarrolle cáncer cervical.
El Papanicolau es un examen pélvico que permite detectar alteraciones en las células del cuello del útero antes de que se desarrolle el cáncer. Consiste en introducir un espéculo en la vagina para separar las paredes y, posteriormente, recoger una muestra de las células del cuello del útero con una espátula o cepillo. Esta muestra se envía al laboratorio para ser analizada y detectar alteraciones celulares anormales. Se recomienda que a partir de los 25 años todas las mujeres se realicen el examen.
¡Cuidáte! Realizáte tus chequeos anuales, juntos podemos prevenir el cáncer de cuello uterino.